Escribà este texto en una de las experiencias de Danza Vivencial que vivà con VÃctor Orive. Hoy lo traigo desde el deseo de compartir y como forma de honrar el recuerdo.
Imagino de ti que eres sensible y risueño, delicado. Imagino que vienes de un lugar entre montañas, de grandes prados y fértiles valles; un lugar de agua, luz y verde.
Imagino que te comunicas con las flores, hueles su tiernas fragancia primaveral y sientes la fragilidad de tu cuerpo.
Imagino que naciste fuerte como la semilla que se abre y busca la luz desde la oscuridad de la madre tierra.
Imagino que te criaste caminando entre los opuestos, entre luz y sombra, buscando tu centro, tu lugar. Imagino que tu lugar está en el aire que respiras, en la paz de tus ojos, en la presencia de tu cuerpo.
Imagino que eres gusano y que un dÃa abandonarás el suelo para salir volando.
Imagino que un golpe de viento puso caos en tus cejas y cada pelo buscó su lugar para crecer. Imagino que un dÃa golpearon tu frente con fuerza y te marcaron el entrecejo.
Te imagino con poca estabilidad en los pies y con mucha presencia en el suelo.
Imagino que tu cabeza vive en el soplo que mueve las hojas y las flores, mientras tu mirada viaja hacia dentro, hacia el interior de la tierra, siuiendo el trazo de las raices de la vida.
Te imagino de colores y luz; creador y contemplativo.