Nuestros hermanos los árboles, nuestras amigas las yerbas, nuestros maestros los animales… todo cuanto se mueve y vive, quieren enseñarnos bellas lecciones, para que seamos capaces de recuperar los espacios sagrados, las relaciones e interacciones de todo cuanto está unido por el gran misterio de la alquimia de aire, agua, tierra y fuego.
Actualmente, el saber de antaño está muy disperso y las pocas personas que lo poseen aún se resisten a transmitirlo por miedo a parecer atrasados/as. Nos compete a nosotras reconstruir los huecos que se han perdido en la cadena de transmisión, tomando las enseñanzas generales como abanicos de posibilidades de conocimiento e investigación, aventurándonos a experimentar, tomando las precauciones necesarias para no caer presas de nuestra propia ambición… Aprender de nuevo a escuchar nuestro cuerpo para conocernos mejor y después volver a sumergirnos suavemente en el universo vegetal, un vasto universo del que es imposible conocer todo, y del que cada persona ha de aprender para sí.
Para alcanzar la salud nos vemos expuestos a considerar la enfermedad, no como un síntoma que tengamos que eliminar a toda costa, sino como una señal de que algo no funciona bien, una señal de atención para aprender de nosotros y nosotras, escucharnos y cuidarnos. Cuando escribo esto me pregunto ¿escucharnos?¿acaso alguien nos enseño a hacerlo? Este es un aprendizaje personal, pero bien nos habrían servido unas cuantas lecciones y herramientas para alcanzar este sentir, este saber… que más bien fuimos desaprendiendo a lo largo de nuestras etapas de crecimiento y desarrollo, en que tanto la familia como la escuela, la religión o la sociedad, se encargaron de anular o trabar en pos del sueño del mundo*, un sueño cada vez más tendente a su desnaturalización, al alejamiento de nuestras capacidades sensoriales y sensitivas, al bloqueo de nuestras necesidades de investigación, experimentación y descubrimiento…; con un panorama así no es de extrañar que hayamos perdido de vista el objetivo de nuestro viaje, en pos de alcanzar la meta; metas, que al sentirlas alcanzadas se vuelven insatisfactorias y cada vez menos apetecibles. Así, pues, en el camino de la salud: la enfermedad, no es el enemigo, es la respuesta. Escuchemos qué nos quiere contar, para qué me hago su aliado/a, cómo salir de ese lugar de dolor… y utilicemos nuestra capacidad de relacionarnos con nuestras Amigas las Yerbas para recobrar la salud perdida.
* Los Cuatro Acuerdos. Dr. Miguel Ruiz
Espacio Sagrado
“Las criaturas del bosque estaban hablando unas con otras, conversando con las plantas, cuando un anciano y una chiquilla empezaron a caminar por el sendero que llevaba al prado. Todo el mundo se dio cuenta de que estos humanos eran reverentes… Esta conducta silenciosa y respetuosa hizo felices a los Familiares del bosque, porque mostraba que algunos humanos entienden y honran los Espacios Sagrados de otras formas de vida. Cuando los dos humanos llegaron al prado, la chiquilla preguntó a su Abuelo si había tratado a los Espacios Sagrados convenientemente. El Abuelo afirmó, sonriendo, que estaba muy satisfecho de su buena conducta. La pequeña preguntó entonces a su Abuelo dónde estaban los Espacios Sagrados. Después de pestañear para disimular unas lágrimas de ternura en sus ojos, dijo: Pequeña, el Espacio Sagrado de cada ser vivo está entre la inspiración y la espiración. No siempre podemos ver sus límites exteriores, pero el centro de su existencia anida en el espacio entre dos latidos del corazón”
Jamie Sams
La Medicina de la Tierra